Por fin llegan los carnavales (19) .


Era sábado de carnaval, todos los participantes en el desfile del pueblo estaban muy nerviosos. Entre los que desfilaban se encontraban, Samuel, Lucio, Chaves, Mendo, Raúl y sus amigos. Este año habían elegido un traje un poco “discreto”, de plátano. Tan discreto era que el más alto de los amigos, se podía visualizar entre la multitud a un par de kilómetros de distancia.  Cada plátano era diferente, porque cada madre se había empeñado en darle su toque particular. El plátano de Chaves nunca estaba recto, en cambio el de Mendo no había quien lo bajara, ya que su madre lo había recubierto de cartulina. A las 9:00 en punto todos llegaron al lugar donde habían quedado, hubo varias sorprendidos al darse cuente de que Raúl había llegado de los primeros. Lucio comenzó a echar brillantina a Mendo y entonces Chaves y Samuel comenzaron a reír, porque le echó tanta cantidad que parecía que tenía barba.

Una vez en la corredera, se colocaron en su posición eran el numero 37, por lo que estaban de los últimos. Pasado una hora empezó el desfile, todos bajaban cantado y riendo hasta que más o menos por la mitad del camino todos empezaron a cansarse del traje que era muy incomodo. Lo bueno empezó ya en el territorio joven, donde todas las comparsas empezaron a hacer botellón. Samuel que es un poco despistado se echó el gorro del plátano hacia atrás y al girar le dio tal golpe a una chica que estaba detrás que le quito hasta su sombrero, Samuel no paraba de reír y la chica lo miro un poco mosqueada.

Entre todo el barullo algún gracioso abrió un extintor, durante un rato fue imposible respirar en el centro joven y la gente salía corriendo. Lucio que está en todas se fijó como Raúl se alejaba de la mano de otro plátano pero no distinguió quien fue. Lucio les contó lo ocurrido a los demás y todos quedaron muy sorprendidos. El día de después de carnavales ya es otra historia, donde salieron a la luz lo que de verdad ocurrió esa noche y en la que más de uno tuvo que ir acompañar por otro a casa.