Esto no está pasando… (26)


Mario había perdido la noción del tiempo. Sus miradas se cruzaban una y otra vez sin que ambos chicos supieran que hacer o decir.

-Tengo algo muy importante que decirte Mario…

Isabel aparta la mirada mientras juega con sus manos. Los nervios se podrían notar a kilómetros, pero es algo que Mario no adivina.

-Mario… Yo… Estoy enferma, y es mejor que no volvamos a vernos… Porque según los médicos, esto no tiene solución…

«Esto no puede estar pasando, no ahora… Ahora que todo se va a solucionar». 

-¿Qué… tienes? – pregunta Mario con un nudo en la garganta pero Isabel niega.

-Es mejor que no lo sepas… Tengo que irme.

-Espera – Murmura Mario, pero para ese momento Isabel ya se había marchado. Sus pies permanecen estáticos aun queriendo salir detrás de la chica…

¿Cómo ha podido ocurrir esto? Piensa una y otra vez… Un pensamiento le viene a la mente… Pero es algo imposible… ¿No?

Se levanta corriendo y va rápidamente a su madre.

-Mamá, ¿podrías dejarme las llaves de la casa antigua de la abuela? Necesito coger una cosa.

-¿Para qué las quieres?

-Ya te digo que quiero una cosa… Es algo del instituto, solo será un rato… Hasta que lo encuentre.

-Bueno… – su madre, a regañadientes, le da llaves algo viejas. Mario suspira cuando sale de la casa, encaminándose a la de su abuela, solo para cerciorarse de que lo que tiene en mente no sea posible.

A los diez minutos llega a una pequeña casa, que se nota algo deshabitada. Se acerca a la puerta con algo de temor. La abre y un sonido chirriante se hace notar. Mario entra rápidamente y recuerda un pequeño sitio donde siempre veía escribir a su abuela, cuando él era todavía un niño. Corre hacia el pequeño despacho, y comienza a buscar. Ve una pila de libros y se acerca, después de quitar el polvo ve perfectamente la letra de su abuela. Uno a uno va leyendo títulos e historias hasta que encuentra aquella que le aterrorizaba pensar.

Comienza a leer y efectivamente se cumple lo que él había pensado minutos antes. Su abuela había escrito una historia en el que sin pensarlo o quererlo, él se había convertido en protagonista… Junto a Isabel. La chica de la historia padecía cáncer, algo mortal en esa época, y aún estando enamorada de su amigo… Ambos se separan… ¿Será que esa historia predestinada se cumplirá? Mario desea con todas sus fuerzas que esa historia sea la excepción.

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Virus Zika y los Juegos Olímpicos.


A falta de 65 días para que la antorcha olímpica encienda el pebetero de Río de Janeiro, todo son pulgas para un país que padece la peor crisis en 40 años. La puntilla ha sido la alarma social desatada por la epidemia del virus del Zika, que tiene precisamente en Brasil su epicentro.

Hay deportistas como Pau Gasol que han hecho públicas sus dudas sobre si acudir o no a los Juegos Olímpicos el próximo mes de agosto, un grupo de 150 expzikaertos ha pedido en una carta abierta enviada a la Organización Mundial de la Salud (OMS) la suspensión de los mismos por el riesgo de pandemia. Sin embargo, una medida de estas características ha sido descartada de lleno tanto por el Comité Olímpico Internacional como por las autoridades de Río de Janeiro. Y es que, amparándose en que las medidas sanitarias son seguras de cara a la cita, que la suspensión no impediría la propagación del virus y que el riesgo de epidemia es menor, ya que en ese tiempo es invierno en Brasil, reduciendo el número de mosquitos que son los portadores del virus, el encuentro deportivo sigue adelante, ya que es mucho lo que está en juego.

También debido a la crisis política, económica y fiscal que atraviesa el país y que existen infraestructuras sin acabar, los expertos empiezan a creer que, desde un prisma económico, lo mejor que le podría pasar a Brasil es que el COI anulara los Juegos. Esto solo ha ocurrido en cuatro ocasiones anteriormente, y por causa de fuerza mayor.

En 1908, cuando estaba prevista su celebración en Roma, se trasladaron a Londres por los problemas financieros producidos tras la erupción del Vesubio
en 1906. En 1916, la Primera Guerra Mundial impidió que se realizaran los Juegos en Berlín. En 1938, Japón renunció a su derecho de organizar los Juegos de 1940 tras invadir el año anterior China, con lo que el COI los trasladó a Finlandia, que fue atacada en 1939 por la Unión Soviética, por lo que, finalmente, ni esos ni los de 1944 se celebraron por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Y es que a día de hoy solo se han vendido la mitad de las entradas, mientras que las cancelaciones de viajes, consultas sobre el Zika y la toma de seguros de salud van en aumento. Esto puede suponer que ni siquiera la baza de la generación de ingresos pueda compensar la celebración de los mismos en el clima de alarma que se ha generado, amén de la mala imagen que supondría para el país ser el foco de una pandemia mundial cuando, precisamente, uno de los alicientes de ser sede olímpica es la proyección internacional que tiene la ciudad.

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