Eran las 6:59 de la mañana, tras transcurrir un minuto el despertador de Juliet comenzó a sonar. Ella se apresuró a pararlo y de un salto salió de la cama energética para prepararse para ir al instituto. Cuando se estaba arreglando alguien llamó a la puerta de su habitación. Juliet no tardó en abrir. ¡Feliz cumpleaños! gritaron eufóricos y contentos sus padres y su hermano pequeño, quienes ataviados con gorritos de fiesta y una tarta habían ido a felicitar a Juliet, que hoy cumplía quince años. Ella sorprendida se comenzó a reír por el aspecto que tenían sus padres con esos llamativos gorritos. ¡Muchas gracias! contestó Juliet sonriente. Tenemos un regalo para ti le dijo su hermano que tenía una pequeña cajita envuelta, entre sus manos. Juliet la cogió y comenzó a abrirla. Cuando desenvolvió el regalo vio que era una pequeña cajita tallada con unos extraños dibujos, levantó la tapa y encontró quince trozos de papel en blanco y una caja de cerillas. ¿Qué es esto? preguntó. Es una cajita de los deseos donde podrás escribir tus deseos y hacerlos realidad dijo su padre, la compré en el anticuario del barrio el dependiente me aseguró de que sería el mejor regalo para ti añadió. Juliet se quedó sorprendida y un poco triste y enfadada a la vez, aunque con una pequeña sonrisa no muy convincente agradeció a sus padres el regalo. Venga prepárate o llegarás tarde le dijo su madre. Ellos bajaron al salón y Juliet se quedó en su habitación, dejó la cajita en su cama y cogió la mochila. Poco antes de salir volvió a mirar la caja y la volvió a abrir para concienciarse de que por mucho que su padre o que el anticuario digan que funciona seguro que no es así por lo que decide escribir un deseo en uno de los trozos de papel y lo quema. ¡Vamos Juliet el autobús te espera! gritó su padre desde la escalera. Dejó la caja en su cama y bajo corriendo las escaleras para montarse en el autobús.
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