Hacía bastante frío en París, y como todas las mañanas Jacome va a comprar a la panaderia a dos manzanas de su casa, un lugar agradable, donde Jacome disfrutaba del olor a pan y del calor que emanaba de los hornos de leña.
– ¡Hola Jacome!- dijo el panadero al esuchar la puerta abrirse.
– Hola Federico, ¿Qué tal llevais la mañana?- dijo Jacome tras cerrar la puerta.
– Bien, bien, ¿Lo de siempre no? Dos panes recien hechos – Contestó Federico.
– Gracias, aquí tienes, ¡hasta mañana!
Como siempre Jacome, tras comprar el pan, hacía algunos recados o favores a personas adineradas, para que su madre tuviese más facilidad para alimentarlo a él y a sus dos hermanas ya que ese mismo año, había muerto su padre y los únicos ingresos que tenía la familia era lo poco que ganaba su madre cosiendo en un telar cerca de la plaza mayor, esa mañana, un señor bien vestido, de unos cuarenta años, se le acerco y quiso conversar con el.
– ¿Qué tal chico? Me llamo Jack, necesitaba que alguien me acompañase y me ayudara a trasladar mi equipaje a una casa alquilada, no esta demasiado lejos, a unos doscientos pasos de aquí, me han dicho que preguntase por Jacome y que esperase en este parque, porque sueles frecuentarlo buscando a señores para hacerles algún favor ¿Me equivoco chico?-. Preguntó Jack
– Claro que no señor, soy el mismo por el que preguntais- Inmediatamente Jacome se echó a las espaldas un par de maletas bien pesadas. –Señor pongase delante yo seguire sus pasos- Dijo Jacome.
– Esta bien- Dijo Jack.
Los dos se pusieron en marcha enseguida, llegaron a una casa pequeña, mal pintada, sin muchos lujos y bastante lúgubre, Jacome nunca hubiese imaginado que Jack, un señor tan bien ataviado, se hospedase en un lugar así, el se imaginaba una buena casa, con mayordomo y criadas y un perro de raza custodiando la entrada.
– Pues ya hemos llegado- dijo Jack, -subamos las maletas y tomémonos un té caliente, nos hará olvidarnos del frío un rato-
– Gracias señor- Dijo Jacome.
Tras subir las maletas, Jack preparó el té y ambos se sentaros en dos sillas bastante viejas, cerca de una mesa con un brasero de picón.
– Chico la verdad esque haces bastante bien lo que se te dice, y no pones pegas, yo soy de América, y creeme, alli no abundan los chicos como tú y la verdad que no me vendrías nada mal para echarme una mano en el negocio, te dare de comer, te alojare en una de mis casas y una buena paga por supuesto.
A Jacome se le iluminaron los ojos cuando escuchó aquello, ya no tendría que preocuparse por su madre y sus dos hermanas, ya que estaba seguro de que este señor le pagaría lo suficiente como para al menos poder dar de comer a su familia, y su madre solo tendría que preocuparse de encargarse de la casa y las niñas y no pasarían mas hambre.
– Señor, si lo que me ofreceis es cierto, aceptaré sin dudarlo un momento, algo así me viene bastante bien ahora mismo-. Dijo Jacome ilusionado.
– Muy bien- dijo Jack, -estare aquí solamente hoy, y partiré mañana a mi País, diselo a tu madre y prepara lo que quieras, nos quedan unas semanas de viaje en tren y en barco hasta llegar a nuestro destino- Dijo Jack
Jacome quedó confuso, ¿Mañana partirían?, tendría que marcharse a casa a preparar el equipaje y a decirselo a su madre. No sería tarea facil, sobre todo por su madre y sus dos hermanas, apenas tendría tiempo de despedirse de ellas como es debido y de asimilar el hecho, que estaba a punto de comenzar.
– ¿A que esperas chico? Vete ya a casa a prepararlo todo y a decirselo a tus padres, yo tengo cosas que hacer, ve a la estacion de “La Marselleise” sobre las 6 en punto, y no olvides ser puntual, el tiempo apremia-. Dijo Jack
Enseguida se irguió, se despidió de Jack y se marchó a casa. Al llegar su madre ya tenía la comida en la mesa, y le preguntó que donde había estado toda la mañana, desde que compró el pan, fuera de casa.
– Mama- Dijo Jacome – He estado con un Señor y me ha ofrecido un trabajo en América, tendré que partir mañana por la mañana, pero me dijo que me pagaría bien, que me sustentaría el alimento y me daría alojamiento, creo que es una buena idea.
– ¡Definitivamente no! – Dijo su madre – ¿Estas loco hijo? Nunca has salido de París, no sabes como funcionan las cosas allí, es verdad que sabes como sobrevivir en las calles, pero hijo, no iras a América y menos mañana, es muy precipitado…
– Pero mamá, nunca más tendrás que preocuparte de la comida, me niego a que tú y las niñas paseis mas frío y más hambre, y lo siento madre, pero partiré al alba, sé que iba a ser difícil para ti y las niñas, pero para mi tambien lo es y creo que es lo mejor que puedo hacer, el invierno se acerca y el trabajo escasea, ¿Qué pasará si te despiden?
– Hijo no te preocupes por eso, siempre hemos salido adelante -. Dijo su madre.
– Pero eso era antes madre, cuando papa estaba vivo… ahora es diferente… pero bueno, no le demos mas vueltas al asunto, comamos, tengo poco tiempo para prepararme para el viaje.
Fuentes: IMAGEN1 , IMAGEN2
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